¿Por qué es el alma ? Porque habitualmente es algo que no se ve, pero da la vida al huerto y al jardín.
Sin agua es impensable un huerto o un jardín. Podremos optar por jardines xerófitos, con mínimas necesidades hídricas, podremos elegir plantas bien adaptadas a la sequía, y proteger la humedad del suelo para su máximo aprovechamiento, pero aun así, aunque la dependencia sea menor, nuestra vegetación necesitará agua. Resistir la sequía no significa que la sequía le guste. Y no digamos si le estamos pidiendo a las plantas una floración, una fructificación, un crecimiento importante: entonces, el agua es absolutamente imprescindible, y en un lugar como Salamanca, no podremos confiar en la que cae del cielo.
Podríamos decir, parafraseando esa Carta de San Pablo que se lee en todas las bodas (Si no tengo amor no tengo nada), que si no tengo riego...no tengo nada. Ya puedo tener un suelo bien estructurado, fertilizado y maduro, que, si no tengo riego, no me sirve para nada. Ya puedo haber elegido las plantas mejor adaptadas, los ejemplares más bonitos y bien formados y haberlos plantado en el mejor lugar del huerto o del jardín, que, si no tengo riego...no tengo nada. Ya puedo practicar el laboreo más correcto, podar con todo el conocimiento, utilizar el mejor mantillo o estiércol cada año...si no tengo riego, no conseguiré nada.
Dicho esto, que parece una perogrullada, pero no lo es (cuántos jardines públicos se montaron sin acceso al agua, cuántos árboles se plantaron sin poder garantizarles el agua, cuántas jardineras en la calle, zonas de recreo, etc. no se diseñaron con agua para el riego), ese riego puede ser manual o automático, pero, en todo caso, debe estar garantizado antes de cualquier plantación. (Salvo en las repoblaciones forestales...pero eso es otra historia).
En numerosas ocasiones me han solicitado presupuesto de un huerto o un jardín sin contemplar el riego. Mi postura es tajante: no monto un jardín sin la instalación previa de un sistema apropiado de riego. Sobre todo si el jardín incluye una zona de césped o pradera. El cliente puede alegar que le gusta regar con manguera o que tiene un vecino muy amable que lo hará cuando él no esté. Sigo negándome. No quiero un resultado mediocre, no quiero vegetación adventicia que podría haber evitado. No quiero problemas de hongos por exceso de humedad ni plantas a media mañana sedientas porque están en zonas muy expuestas al sol y su dueño sólo podrá atenderlas de vez en cuando. Tener un sistema de riego no implica prohibir el uso de una manguera, o de una regadera, el propietario puede elegir cómo regar cuando tiene tiempo de hacerlo, pero sí implica evitar una lista larguísima de problemas para las plantas, o, lo que es lo mismo, supone una serie de ventajas indiscutibles , algunas de las cuales, vamos a enumerar:
Un sistema de riego bien diseñado permite a las plantas satisfacer sus necesidades hídricas de manera diferenciada. Si hay vegetación muy expuesta al sol podremos diferenciar los tiempos de riego con respecto a otras plantas que estén en sombra o semisombra.
Con los diferentes sistemas de riego el agua llegará a las plantas de la manera más apropiada para ellas: el césped podrá regarse de manera superficial, las plantas de flor con delicadeza, las plantas de huerto a través de sus raíces...etc.
Con los distintos dispositivos de riego localizado, diferentes boquillas para aspersores y difusores, sistemas de reducción de caudal y de presión, filtros para evitar impurezas...podremos ajustar la cantidad y la calidad del agua que llega a cada zona de nuestro huerto o jardín, incluso a cada una de las plantas que lo constituyen.
Un riego correcto es imprescindible para una fertilización correcta. Si la planta no tiene la cantidad de agua que necesita o no puede acceder a ella el tiempo necesario, no podrá absorber los nutrientes que necesita, aunque estén presentes en su entorno. Incluso puede ocurrir que la escasez o el exceso de agua provoque que la fertilización o abonado tengan efectos perversos sobre el huerto o el jardín, provocando quemaduras o lavado de nutrientes respectivamente.
La automatización del riego permite regar a horas apropiadas, aunque el propietario del jardín no esté presente, eso implica ahorro de agua, y máximo aprovechamiento de la misma, además de una comodidad extraordinaria.
Y así podría seguir dando razones técnicas que apoyan la necesidad de incluir el riego en el diseño de un jardín. Y no podemos "dejarlo para el final" porque, como todas las cosas importantes en un buen proyecto deben estar contempladas desde el primer momento. Una vez elegidas las plantas y la vegetación que protagonizará nuestro jardín, tendremos que idear la manera de satisfacer sus necesidades de suelo y, sobre todo, de riego. Todo lo demás...vendrá después.
Yolanda San Román Ibáñez
Jardinera y profesora.
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Angeles Castaño (miércoles, 21 marzo 2018 13:26)
Que artículo tan lleno de vida. A medida que leía me entraban más ganas de poner un jardín.
Paco, huertano eco. (miércoles, 21 marzo 2018 14:13)
Yolanda, te expresas que da gusto y con gran sentido de la realidad.
Manolo Bala (viernes, 23 marzo 2018 10:00)
Totalmente de acuerdo, Yolanda.