Redacción introductoria del Herbario de Isaac San Román Casado, alumno de 1º de Bachillerato del IES Torres Villarroel
Las plantas son el origen de la vida. Sin las plantas, sería imposible para nosotros vivir. Ellas transforman lo inorgánico en orgánico, lo inerte en vivo, aprovechando recursos gratis como el sol o el carbono de la atmósfera. Desde el principio de los tiempos las plantas han sabido adaptarse a los diferentes ambientes de la atmosfera, a los diferentes momentos climáticos, a los diferentes suelos y espacios. Ellas son las primeras que colonizan un espacio vacío, una duna, un desierto. Han sido capaces de sobrevivir a cataclismos naturales o desastres provocados por el hombre… hasta ahora.
Resulta inquietante pensar que los ginkgos vivían en momentos en los que la atmósfera era irrespirable y hoy se utilizan como árboles ornamentales en ciudades como Nueva York, donde la contaminación es un verdadero problema. O darnos cuenta de que especies como el tejo, que no ha evolucionado desde su aparición en la Tierra y que es tóxico desde la raíz a las hojas, hoy es productor de un potente anticancerígeno. Solo son dos ejemplos de plantas supervivientes, que hoy están al servicio de la humanidad, como todas las demás.
Fotosíntesis, purificación de aire, meteorización del suelo, son milagros que las plantas practican todos los días de su vida. Principio activos para la medicina, alimento, primer eslabón en la cadena trófica, aumento del bienestar físico y mental de las personas que se rodean de plantas. Todo esto debería ser causa suficiente para poner la conservación de las plantas por encima de todo, y preservar los bosques y espacios verdes como auténticos tesoros. Por desgracia no siempre es así. Las plantas se las apañan tan bien que no somos conscientes del riesgo que corremos si empiezan a desaparecer.
Isaac San Román Casado, Yolanda San Román Ibáñez
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